De odios y verbos

2020-04-17T10:36:02+01:0015/04/2020|

Oigan, ¡dejen ya el odio!

Soy y quiero ser un hombre de paz, odio la violencia, me duele en el alma el sufrimiento y me aterra leer tanto y tanto desprecio salido de la ignorancia, y creyéndose dignos de ser seguidos, utilizan su verborrea para inundar con su odio todo lo que les rodea.

Critico y debo criticar duramente, con el ánimo de que por una vez despierten de tanta incultura y tanto sectarismo aquellas personas que con el dolor y la miseria engordan y entre sus muslos gozan viendo el drama que nos abraza.

Que debe pasar para que bajen a la realidad más cruel, y en un ejercicio de humildad incomparable den ejemplo y arrimen sus hombros y extiendan su verbo por toda la sociedad dando apoyos y ánimo a las personas que más están sufriendo esta catástrofe.

Necesitamos más que nunca voces que sumen y no resten, voces que vean lo positivo y no se enreden en populismos estériles y dañinos, propios de una mente enferma deseosa de seguir creciendo de su propia miseria.

¡Nada será igual! ¿Hasta cuándo nos vamos a enterar de que el odio no será el nuevo orden mundial que nacerá de esta terrible expresión letal que nos acompaña estos días?

¿Cuándo vamos a comprender que la política ahora no sirve? Que no tienen cabida éstas que aleccionan a ser diferentes, que un bicho transparente a nuestro corazón nos hizo iguales entre todos, porque desnudos nacimos y desnudos morimos, ni ricos, ni pobres , ni negros, blancos un sin fin de seres de este mundo singulares ¡jamas fueron diferentes!

El camino no es el del odio, el camino es la unión de la humanidad, cambiar políticas económicas, buscar consensos, hacer políticas, sí, pero encauzadas para el bienestar de todos y no de unos pocos.

El nuevo orden mundial debería dejar atrás los líderes de barro y ser el propio ser humano el que lidere en su globalidad el camino a seguir, donde el odio deje paso a la paz y a la igualdad real entre todos nosotros.

Sumemos y dejemos que el verbo sea vehículo de unión y no de exclusión, sueño con una sola frontera la que rodea nuestra esfera amable, nuestro mundo, donde solo exista una religión, la del amor, donde se aparte cuán apestados aquellos que teniéndolo todo siembren discordia donde antes había paz.

Abramos los ojos como amigos y busquemos ese abrazo que derribe el enemigo artificial creado por aquellos que utilizando la palabra extienden el desprecio.

¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

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