Rosa, una vida luchando (3)

2020-07-06T17:17:00+01:0006/07/2020|

-¿De qué me tengo que enterar? -preguntó Rosa, angustiada.

-Esta mañana ha venido la policía y se llevaron detenido al doctor Andrés.

-¡¿Pero por qué?! -preguntó Rosa.

-Le acusan de tráfico de órganos -le contestó la enfermera- a mí también me interrogaron, pero yo no sé nada y el doctor tampoco creo que tenga nada que ocultar.

Qué equivocada estaba la enfermera. El doctor Andrés hacia 7 años que se dedicaba a esa práctica, con niños y adultos. Extirpaba los órganos para venderlos en el mercado negro a un precio altísimo. El mundo le cayó encima a Rosa, viuda de una extraña manera, con un control absoluto de su vida por parte de no se sabe quién, y ahora esto, el padre de su futuro hijo detenido por algo tan horrible.

Rosa fue a la policía  y no le quisieron decir nada, ya que no era familiar directo, y hasta pasadas 4 semanas no pudo hablar con él. Andrés le confesó todo. Sí, se dedicaba a eso. Al principio, por miedo: había sido amenazado por la mafia del negocio que si no colaboraba su familia moriría; y después no supo cuando parar y lo hizo por avaricia, por el sucio dinero. Estaba arrepentido, pero ya no había marcha atrás.

Rosa salió llorando y con un dolor interno muy grande, no le quiso decir que estaba embarazada, ella sola lo sacaría adelante, y nunca le diría quién fue su padre.

Fue pasando el tiempo y Rosa se enteró que fue condenado a 56 años de cárcel. Su hijo ya tenía 2 años.
No lo fue a visitar nunca, lo que hizo era atroz y nunca se lo perdonaría.

La vida de Rosa transcurría en el cuidado de su hijo, al que le puso de nombre Juan, su primer marido y el único hombre que dejó huella en su vida.

Cuando el niño cumplió 5 años, le organizó una fiesta con todos los amigos del colegio y fue ese día en el que conoció a Jesús.

Jesús era el padre de uno de los amigos de su hijo, era simpático y de charla muy agradable, se quedó hasta el final ayudándola en todo, fue él último en salir de la fiesta infantil.

Rosa no sabía nada de él  y fue preguntándole a su hijo cosas, de esa manera se enteró de que siempre recogía él a su hijo y no habían coincidido nunca porque el hijo de Jesús siempre se quedaba alguna hora más en extraescolares.
Un día, el hijo de Rosa le dijo que estaba invitado a un cumpleaños, era el cumpleaños de su amigo, el hijo de Jesús.

Rosa se puso muy nerviosa y emocionada, tenía ganas de volver a ver a ese hombre.

Llegó el día y Rosa se arregló como hacía mucho tiempo no lo hacía; camisa blanca y falda ajustada. Rosa tenía una figura impresionante, parecía modelo. Se pintó y maquilló para la ocasión.

Llegó a la fiesta con su hijo de la mano y las miradas de casi todos se posaron en Rosa, las mujeres por una cosa y los hombres por otra.

Jesús estuvo súper atento con todos, pero especialmente con Rosa. Cuando se fueron marchando los padres con sus hijos, al fin pudo hablar con él. Se enteró de que era viudo; cuando nació su hijo, su mujer falleció. De eso hacia 5 años y desde entonces se dedicó exclusivamente a su hijo. Solo quedaban los 4 en la fiesta, ellos dos y los dos niños, pero nadie quería romper la magia de ese momento. Los dos amiguitos se lo pasaban estupendamente y los dos padres se estaban conociendo a fondo, pero de golpe pasó. El hijo de Jesús se cayó de una de las atracciones de la fiesta y empezó a sangrar por la frente. Rápidamente le pusieron un trapo con hielo para intentar controlarlo, Jesús cogió su coche rápidamente y se montaron los cuatro rumbo al hospital más cercano. Rosa llevaba los dos niños detrás mientras él conducía. Llegaron a urgencias del hospital y lo entraron rápidamente, era una brecha en la frente, que con 5 puntos de sutura se arregló. Tres horas después salían del hospital, el único recuerdo era una marca en la frente que tendría para toda la vida, aunque con el tiempo se disimularía mucho.

Rosa quiso coger un taxi para marcharse, a lo que JESÚS se opuso. Le pidió que se quedaran esa noche a dormir en su casa, era una casa grande y tenía cinco habitaciones, los niños podrían dormir juntos y los adultos cada uno en su habitación.

A día de hoy, Rosa no sabe por qué acepto (bueno, si lo sabe; no quería separarse de esa persona tan pronto).

Llegaron a la casa, una preciosa vivienda en las afueras de Barcelona, con un jardín y arboleda.

Entraron en la casa, ya era tarde, casi las dos de la mañana. Hicieron que los niños se dieran una ducha rápida y se metieran en la cama, al ser dos niños de la misma edad no tuvieron problemas para el pijama de ellos.

Cuando los niños se fueron a dormir, todavía estuvieron bastante rato jugando en la habitación, pero al final les venció el sueño y se durmieron.

Rosa y Jesús se sentaron en un sofá y charlaron muchísimo sobre sus vidas. Se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Pero era la hora de ir a dormir, el cansancio también les hizo mella.

Jesús le acompañó a la que sería su habitación, justo enfrente de la de él, entonces se dieron cuenta de que ella no tenía ropa para dormir.

Jesús fue a buscar un pijama suyo y se lo dio.

-No es de tu talla, pero es lo que tengo -le dijo él.

-No importa, igualmente caeré rendida enseguida.

Él se acercó a ella, la cogió de la mano y le dio las gracias por su ayuda en el incidente de su hijo. Rosa le dijo que no tenía ninguna importancia, que lo importante era que el niño estuviera bien. Se dieron las buenas noches y cada uno se fue a su habitación.

A pesar del cansancio, Rosa no podía dormir y después de muchas vueltas en la cama y mucho pensar lo decidió. Se levantó en silencio, atravesó el pasillo y se dirigió a la habitación de los niños. Estaban profundamente dormidos. Los tapó y volvió al pasillo, lo tenía decidido. Se dirigió a la habitación de Jesús. Entró en silencio sin llamar, él encendió la luz de la mesita enseguida, también estaba despierto. Rosa se quitó el pijama y se lo lanzó a él .

-Toma tu pijama, a ti te queda mejor que a mi seguro.

Seguidamente se quitó la ropa interior que le quedaba y se metió en la cama junto a Jesús. Fue un tsunami de placer el que se dieron mutuamente y desde ese día, Jesús y Rosa, con los dos niños, forman una família, una gran família y hasta el día de hoy no se han separado nunca. Al fin, la felicidad llegó a la casa de esas dos encantadoras personas.

PD: Pasado un tiempo de su felicidad, adoptaron un tercer hijo y a día de hoy siguen felices los cinco juntos.

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