Difícil decisión

2020-12-28T12:42:07+01:0028/12/2020|

Los hermanos Juan y María quedaron para comer y hablar sobre el padre de ambos, Manuel. Lo cuidaba María desde que se quedó viudo hace dos años. María convocó a su hermano para una decisión sobre el padre, Juan vino desde Londres donde trabajaba para hablar con su hermana, ya que ella estaba muy preocupada. Entraron al restaurante y María fue directa al grano con su hermano.

-Tenemos que ir a un juez para que declare interdicto a papá.

-¿Por qué, qué pasa?

-Hace dos meses salí un día a comprar y cuando regresé papá estaba encendiendo la chimenea con billetes de 20 €. Un mes después paso algo parecido y cuando regresé hacía lo mismo limpiándose después de ir al lavabo. Papá ha perdido la cabeza, muchas veces sale de casa y no sabe regresar. Su médico me dijo que podía ser demencia o Alzheimer, tú sabes que papá tiene bastante dinero en el banco y me da miedo que le estafen, tenemos que hacer algo.

-De acuerdo María, mañana iremos a un abogado para ver qué podemos hacer.

Al día siguiente, los dos hermanos estaban en el abogado. María le explico los hechos y el abogado lo tuvo claro.

-Para lograr una declaración de interdicto respecto de alguien, tiene que presentarse una demanda ante el Juzgado Civil correspondiente al domicilio de quien se pretende declarar interdicto -fue el comentario del abogado.

-Lo dejamos en sus manos abogado, ¿cuánto tardaran? -pregunto María.

-Con los hechos que me contaron, unos dos meses. Pero solo uno de ustedes podrá tener el manejo de los bienes de su padre.

-De acuerdo, adelante -dijeron los hermanos.

Dos días después del encuentro de los hermanos, Manuel, el padre, caminaba cabizbajo y llorando por la calle y después de caminar muchos kilómetros se detuvo delante de una comisaria de policía y entró. Pasada una hora volvió a salir y continuó caminando y llorando. Un par de horas después entraba en la casa que compartía con su hija, donde se encontraban los hermanos preocupados por lo que tardaba el padre.

-¿Dónde estabas, papa? Estábamos preocupados

-No sé, ya sabes hija que me despisto mucho últimamente, perdonadme.

-Lo ves, Juan, cada dos por tres igual y yo no puedo más.

Los hermanos, después de acostarse el padre, revisaron las cartillas de los bancos y efectivamente tenían muchas salidas de dinero con tarjeta desde los cajeros y eso no era normal. Unos días después, Juan marchó a Londres pues tenía que trabajar. Casi a diario hablaba con su hermana para estar al corriente de los trámites que empezó el abogado. El médico forense le dio un certificado a María, donde lo decía bien claro. Diagnóstico: Alzheimer.

Dos meses después de la reunión con el abogado, llegó la notificación: tenían cita delante del juez para dos semanas después. Juan cogió el vuelo el día indicado con lágrimas en los ojos, le daba mucha pena la situación de su padre, pero no era justo por lo que estaba pasando su hermana, que era la que tenía toda la responsabilidad con él. Llegó a la casa a la hora de la cena, después de cenar le dijeron a Manuel que tenían que hablar. Le explicaron que al día siguiente irían los tres a ver un juez.

-¿A qué tenemos que ir a ver un juez?

-Papá estás perdiendo la memoria y es peligroso para ti y muy preocupante para María -contestó Juan.

-¡Yo estoy bien! -grito Manuel.

-Papá ya sabes tú que dos veces dejaste el gas abierto estando yo fuera y suerte que regresé a tiempo -le dijo María.

-¡No es verdad, yo no toco nunca el gas, yo no cocino nunca! -gritaba Manuel.

-Tranquilo papá, solo hablará contigo, nada más, y para sacar dinero del banco y comprar algo tendrá que ser María la que lo haga, todo lo demás continuará igual, no irás a ninguna residencia -aunque María ya le tenía reservada plaza en una residencia porque era un peligro vivir con él.

Llegaron al juzgado y esperaron en una sala a que les llamaran. Media hora después, el secretario del juez les llama.

-Juan y María García.

Se levantaron los tres y el abogado, entraron en la sala, ocuparon los asientos y escucharon al juez preguntarle a Manuel una serie de preguntas a las que contestaba con total normalidad. El abogado pidió permiso para acercarle al juez el certificado del médico forense donde especificaba la enfermedad. El juez le preguntó a María por los detalles de los actos de su padre, los cuales explicó con pelos y señales de todos a lo que Manuel gritaba.

-¡Es mentira!

El juez llamó al médico forense preguntándole si podía confirmar lo que ponía el certificado, a lo que el doctor contestó:

-Al 100% confirmado que en pocos meses no conocerá a nadie.

-Que pase la policía -pidió el juez. Entraron tres agentes de la policía.

-Pueden proceder a la detención -dictó el juez. Los policías detuvieron en el acto al médico y a María. Manuel, el día que fue a la policía, puso una denuncia contra su hija por robarle dinero con un duplicado de la tarjeta que tenía. María era ludópata y debía mucho dinero por los juegos y la única forma de poder pagar era haciendo suyos todos los ahorros de su padre. Su amante el médico era el cómplice que necesitaba.

Dispuesto a declarar que estaba muy enfermo, cuando la realidad era otra -Manuel estaba bien física y mentalmente- Juan se quedó en shock al descubrir lo que tramaba su hermana. Todo lo que contaba de su padre, lo de los billetes y sus pérdidas, era mentira, una mentira para robarle el dinero a su padre y pagar las deudas que tenían María y su amante el doctor.

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