Extraño suceso

2021-11-29T18:36:49+01:0029/11/2021|

Siempre estaban alerta, eran una familia muy conocida que económicamente estaban bien y sus empresas ganaban mucho dinero. Ellos solían ayudar siempre a muchas personas que lo necesitaban, pero los últimos anónimos eran inquietantes, amenazaban con secuestrar y matar a su hijo de cuatro años. Decidieron ponerle un guardaespaldas que lo vigilara todo el día, por la noche en casa estaban ellos dos y varios vigilantes que tenían en los alrededores de la casa.

Se acercaban las Navidades, ya hacía más de un año de la última amenaza y se iban relajaban un poco, parecía que toda había sido la broma de algún desaprensivo. Esas Navidades serían especiales, el chico cumplía seis años y querían darle unas Navidades en familia sin tantos guardaespaldas. Ellos solos en la intimidad, los tres celebrando juntos unas fiestas sin desconocidos en la casa ni sus alrededores.

La noche del 24, Nochebuena, cenarían los tres en casa. La madre encargó la comida en un cáterin de la ciudad; la recogerían a media tarde, en casa le darían un toque de horno y listo para comer.

La mesa que preparó la mamá era espectacular: todo en su sitio, todos los detalles bien colocados, la vajilla era un regalo de su abuela y adornaba la mesa igual que la cristalería.

El vino para ellos dos y el cava estaban en la nevera.

La cena fue espectacular eran una familia normal disfrutando en Navidad. Al día siguiente, desde la misma empresa de cáterin les traerían la comida a casa preparada para comer.

Pasaron todo el día los tres juntos en la casa y los jardines que rodeaban la casa. Cuando se acercaba la hora de la comida, la madre fue a preparar la mesa, mientras el padre y el hijo jugaban. Faltaban pocos minutos para las dos cuando llamaron al interfono de la entrada, eran del cáterin que les traían la comida. El padre dejó de jugar con el chico y se acercó para abrir la puerta de la finca. Abrió la puerta después de comprobar quienes eran y el golpe que recibió en la cara le tiró de espaldas. Una vez en el suelo, otro golpe en la cabeza le dejó inconsciente y sangrando.

El chico, al ver la escena, salió corriendo hacia la casa. La puerta estaba cerrada y no podía esperar a que su madre se diera cuenta de lo que sucedía, siguió corriendo hacia la parte trasera en busca de un escondite.

La madre abrió la puerta pensando que eran ellos dos con la comida. Solo pudo sentir una mano que con un pañuelo mojado en un líquido pestilente le tapaban la nariz y la boca haciéndola caer en un profundo sueño. Los dos hombres siguieron los pasos del chico.

¿Dónde estaría el maldito niño?

El chico se escondió en la leñera, tenía espacio suficiente para entrar y no ser advertido. Los dos hombres seguían buscando por toda la parte trasera de la casa.

No se podían marchar sin el chaval, tenían que encontrarlo. No estaba entre los árboles, ni rastro del crío. Uno de los hombres se acercó a la leñera, vio unas pisadas cerca de ella y sabía que estaba allí escondido. Abrió despacio la puerta y una llamarada desde el lado derecho le quemó toda la cara. Sus gritos se escucharon en todos los alrededores, su compañero se asustó y se fue acercando hacia el lugar donde estaba su compañero gritando desde el suelo; se horrorizó viendo su cara desfigurada por el fuego.

El muchacho no observó nada, tenía los ojos cerrados por el miedo. Cuando los abrió solo reparó en un hombre envuelto en fuego chillando. Salió de su escondite y empezó a correr en dirección de los árboles que rodeaban la casa. El único perseguidor se acercaba a él en su huida. Aunque intentó esconderse no pudo, se echó al suelo y empezó a llorar, sabía lo que le pasaría.

El hombre se acercó con cara de rabia al niño y cuando lo intentó coger, únicamente pudo sentir como una rama de pino lo atravesaba desde el corazón y saliendo por la espalda.

El muchacho abrió los ojos cuando una voz le decía

—Tranquilo, somos policías. ¿Qué pasó? —pregunto el policía.

—No lo sé, él me defendió.

—¿Quién es él?

—Un hombre con barba blanca

—¿Dónde está?

—Se fue hacia arriba —dijo el niño señalando el cielo.

Los policías se miraron uno a otro, no sabían que pensar. Después de que los padres se recuperaran en el hospital, los interrogaron y no podían explicar nada, viendo las imágenes de las cámaras de seguridad, vieron como un anciano con barba blanca, después de acabar con ellos, se elevó entre los árboles en una cosa que parecía un carro tirado por renos. No quisieron decírselo a nadie, no querían ser tratados como locos, pero ellos sabían lo que habían visto y no lo podían contar.

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