Misterio entre olivos

2023-01-09T08:55:44+01:0024/01/2022|

Basado en hechos reales (noviembre 1980).

Acaba el verano y, como cada año, los dos amigos Juan y Paco estaban preparando sus vacaciones anuales. Este año, los dos amigos irían acompañados de dos amigas alemanas que conocieron durante la temporada estival, las amigas eran Heidi y Kris.

Ya tenían todo el itinerario preparado, harían una ruta por los pequeños pueblos de Andalucía, esos pueblos blancos y casi todos entre olivares.

Empezarían la ruta desde el aeropuerto de Barcelona, lugar donde llegaban las dos amigas alemanas. Una vez en tierra, las dos amigas se montaron en el coche de Juan, un Citroën CX comprado hacía muy poco con los ahorros de la temporada estival.

Partieron desde Barcelona con destino Valencia, primera parada de su viaje. Un par de días en Valencia fueron suficientes para conocerla; lo que querían, sobretodo, era llegar a Andalucía. Todo lo que contaban los amigos de esa región tenía a las dos amigas ilusionadas por conocerla.

Salida de Valencia para Murcia, la parada fue corta. Sólo un día de descanso en tierras murcianas.

Llego el día de conocer el sur, salieron temprano buscando la entrada a Andalucía por Despeñaperros y la localidad de Santa Elena, en los parajes más abruptos de Sierra Morena, para visitar “la cueva de los muñecos”. Este lugar tiene ese nombre por la gran cantidad de figuras de bronce que se encontraron en el interior. Los lugareños llamaban muñecos a estas figuras que representan hombres, mujeres, sacerdotes y guerreros.

Las chicas estaban atónitas ante la belleza que estaban observando. Se pasaron media noche hablando de lo que visitaron durante el día y pensando lo que le quedaba el día siguiente.

Por la mañana, para empezar, visita a Cazorla, un Bien de Interés Cultural para que todos puedan disfrutarla. Continuar por Úbeda, punto de nacimiento de Joaquín Sabina, después Baeza y Linares, sitio donde murió Manolete y nació Raphael y el gran Andrés Segovia. Para acabar, un pequeño pueblo Javalquinto. Pasaron la noche hablando de lo pasado y programando el día siguiente.

Saldrían de Jabalquinto para ir a la provincia de Córdoba, al pueblo de Zuheros, para visitar una cueva llamada “la cueva de los murciélagos”. Las chicas estaban excitadas de todo lo que estaban visitando.

El día amaneció lluvioso y no parecía que parara de llover durante el día, salieron en ruta más tarde de lo habitual. En este día no podrían visitar muchas cosas, el pueblo donde iban estaba rodeado por olivares y para llegar a él solo podían hacerlo por un camino de tierra.

Se les hizo de noche y, aunque no llovía, la visibilidad era muy baja y Juan conducía tranquilo y despacio. Llegarían después de la media noche, pero no tenían prisa. En la radio sonaba música de Bruce Springsteen, The Beatles y cosas por el estilo.

En la noche cerrada aparecieron unas series de luces sin explicación posible, Heidi y Kris se estaban asustando.

—Was ist das? —¿qué es eso?

—Lass uns gehen —vámonos.

—Arranca, vámonos de aquí —gritó Paco.

—Tranquilos no pasa nada —respondió Juan.

Las luces se acercaron y rodearon el coche. Todo el coche iluminado por unos extraños focos.

El auto se bloqueó, se paró: la radio, todo lo eléctrico dejo de funcionar, fueron un par de minutos infernales ante lo desconocido. ¿Qué pasaba? ¿Qué era eso?

Las luces cambiaban de color y solo se oía un fuerte pitido en el silencio de los olivos.

Las chicas lloraban con un punto de histeria y Paco estaba muy nervioso pidiéndole a su compañero que arrancara. Juan no podía arrancar, el coche estaba bloqueado.

Pasados unos segundos, las luces se empezaron a alejar, los cuatro ocupantes del vehículo miraban hacia arriba y veían como las luces desaparecían en la inmensidad del universo; segundos después, la radio empezó a sonar nuevamente y el coche pudo arrancar.

Tres minutos después llegaban al pueblo. Vieron una pareja que caminaban por la calle y se pararon a preguntarle.

—¿Habéis visto las luces? —preguntó Juan.

—¿Qué luces? ¿Las de vuestro coche?

—No, no, las del cielo.

—No hemos visto nada, ¿de dónde venís vosotros? —preguntó la pareja.

—De Linares —contestó Juan.

—¿Cuándo llegásteis? —preguntó la pareja-

—Ahora mismo.

—Ahora mismo es imposible, el puente que atraviesa el río se derrumbó esta mañana.

—¿Se puede llegar por otro camino?

—No, no hay ningún camino más para llegar al pueblo.

Juan y Paco se miraron sorprendidos, dieron la vuelta en la plaza y volvieron por donde llegaron. Pasados unos minutos llegaron al río y efectivamente estaba derrumbado y no se podía acceder al pueblo por ningún otro lugar, el pueblo estaba incomunicado desde primeras horas de la mañana.

¿Cómo llegaron al pueblo? ¿Qué fueron aquellas luces?

Cuando acabó el viaje, se juraron que no le explicarían a nadie lo sucedido, les tomarían por locos o borrachos. Ellos no pasaron nunca por el río, les hubiera sido imposible. Sin embargo, llegaron al pueblo.

¿Cómo llegaron? ¿Existe la teletransportación?

Dejemos que la ciencia algún día de explicaciones a casos como este que suceden en todo el mundo.

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