Te estoy escuchando

2023-01-23T16:59:53+01:0023/01/2023|

Toda la familia estaba esperando el fatal desenlace, solo una persona no estaba preparada para dejar este mundo: él. Precisamente el que se tenía que marchar no estaba preparado para hacerlo.

La familia fue llegando poco a poco a la casa del futuro difunto, hacía dos semanas que no abría los ojos, no hablaba y por supuesto no se movía. Continuamente había mínimo dos personas junto a él. En el fondo no querían que partiera, pero vista la situación seguramente era lo mejor para todos, la medicación por vena lo tenía sedado.

A pesar de la medicación y su estado, un sentido si le funcionaba: el oído. Estaba escuchando todo lo que se hablaba a su alrededor, su esposa junto a la hermana hablaban:

—Le pido a Dios que se lo lleve ya, que dejemos de sufrir todos.

—Mi hermano era fuerte y seguro que no quiere abandonarnos.

—El médico me dijo que si salía de esta quedaría como un vegetal.

Este comentario hizo que los monitores del enfermo se dispararan.

—Parece que el momento llegó —comentó la hermana al ver los monitores.

—Mejor, yo no puedo vivir más tiempo de esta manera.

“¿Mejor?”, pensó el enfermo, siendo plenamente consciente de lo que escuchaba.

El que luchó siempre por darle lo mejor a la familia, que cuando ella estuvo al borde de la muerte por un cáncer, movió cielo y tierra para que se curara; al final se curó de eso hace más de diez años. El que pidió préstamos para que se salvara y lo consiguió, que tuvo que pagar esos préstamos con su sudor trabajando en dos fábricas cada día, incluyendo los fines de semana.

Ahora lo mejor era que se marchara ya.

Justo cuando escuchó la última frase de boca de su esposa, la luz al final del túnel se iluminó. De ella salía una figura grande con barbas muy pobladas, era una imagen perfecta de lo que le enseñaron que era San Pedro.

—¿Preparado? —preguntó la aparición.

—No, no estoy preparado, tengo algo que hacer todavía en este mundo, déjame un tiempo más, solo unas horas.

—¿Qué quieres solucionar en unas horas si no lo pudiste hacer en vida plena?

—Quiero que sus palabras se vuelvan en contra de ellos.

—No te puedo ayudar a que consigas nada, pero te concederé dos horas y un poco de fuerza para que soluciones tus amarres con la humanidad.

Acabando de hablar, la luz se apagó y él pudo estar plenamente consciente de lo que sucedía a su alrededor.

La esposa y la hermana continuaban junto a su cuerpo, todavía latente.

—Voy a comer algo, que este parece que no nos quiere dejar descansar, siempre dando trabajo —comentó la hermana.

—Ves tranquila, ya me quedo yo con él, por lo menos esta vez no me pedirá nada.

La hermana salió de la habitación dejando al matrimonio a solas.

—¿Por qué no te mueres de una vez y me dejas vivir tranquila ya? —le repetía una y otra vez mientras daba vueltas alrededor de la cama.

Cada vez que escuchaba esa frase, los monitores se aceleraban, dando la sensación de que estaba entrando en tensión. Algo improbable, según los médicos, en esos momentos era un vegetal.

Pero era un vegetal con oídos y sentimientos, en este momento cargado de furia contra su compañera de años.

Ella seguía repitiendo la frase. Algo estaba pasando en aquella habitación, la ventana se abrió por un golpe de aire, empezó llover fuertemente en el exterior, los truenos sonaban con gran estruendo y los rayos iluminaban los alrededores de la casa de campo.

Justo en el momento que la hermana abrió la puerta para volver a entrar, un fogonazo entró por la ventana.

El rayo causó la muerte de la esposa del enfermo.

—Cariño, ¿por qué miras de esa manera, que ha pasado? —le preguntó su marido—Querías que me muriera y te dejara vivir feliz y tranquila, ahora vivirás tranquila, pero no donde tú soñabas.

No pudo ni acabar de hablar, la luz al final del túnel se encendió, justo en el momento que los monitores de su cuerpo se pararon.

—Vámonos, ya estoy en paz.

Las dos figuras atravesaron el arco de luz, mientras en la habitación intentaban comprender qué pasó.

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