Gas tóxico

2023-03-13T10:17:37+01:0013/03/2023|

Como cada día, el inspector jefe, Miguel Aranda, miraba y remiraba las fotos. Juan Mínguez, fontanero, fue encontrado muerto, en una de las salidas de la C-16.

¿Qué hacía un fontanero en esa salida de la autopista que llega desde Puigcerdà hasta Barcelona? No recibió ningún aviso desde su empresa, tenía que estar a las 8 en la central, pero no llegó, hasta que apareció su cuerpo.

Ricardo García, camarero, fue encontrado en la A-2 en la entrada de Barcelona, su trabajo estaba situado en cerca de El Corte Inglés de Plaza Catalunya, no llegó a abrir el local.

Isabel Gómez, vendedora de muebles, encontrada en la AP-7 a su paso por Barcelona, tampoco llegó a abrir la tienda de muebles en la calle Consell de Cent.

Ferran Romero, trabajaba en TV3 como electricista, no llegó a la grabación del programa que tenía asignado ese día, fue encontrado en la carretera de las aguas, cerca del Tibidabo.

Ignacio Buenafuente, jubilado, su cuerpo se encontró cerca de Badalona.

Lo más llamativo es que todos fueron asesinados con gas, alguien les obligó a inhalar gas tóxico hasta morir, después dejaba el cuerpo en un lugar diferente de Barcelona. Claramente, todos los homicidios fueron cometidos por la misma persona. Las cámaras de todos estos lugares fueron visionadas, pero siempre lo mismo: el cuerpo aparecía en un lugar donde no llegaban las cámaras.

Miraron todos los coches que pasaban, pero los únicos que se repetían eran algunos taxis, mismo modelo, pero en ningún caso la matrícula coincidía. Se comprobó que las matrículas fueran originales y efectivamente todo coincidía, pero alguien dejaba los cuerpos.

¿Quién puede ser el asesino?

El policía no tenía sospechas de nadie, nada tenían en común los fallecidos: no tenían amigos comunes, no frecuentaban los mismos sitios, lo único que tenían en común era que el día que fueron asesinados, su coche estaba en el taller mecánico por una avería.

Todos los coches estuvieron en diferentes mecánicos, nada en común.

El asunto le estaba quitando el sueño, nunca antes un asesino en serie le había desconcertado tanto. Se le hizo muy tarde, como vivía solo desde que su mujer falleció, no tenía prisa por salir de su oficina, al contrario, el tiempo que estaba le hacía olvidar sus penas personales.

La una de la madrugada, se comió una chocolatina de la máquina y salió hacia su coche aparcado en un punto reservado para la policía.

Su coche, un Renault Megane, gris, estaba limpio y brillante, las luces de la noche se reflejaban en la carrocería. Se introdujo en su interior, abrochó el cinturón e intentó arrancar, pero el motor no produjo ningún ruido. Lo volvió a intentar y nada, el coche le falló por primera vez en los ocho años que estaba con él, dedujo que sería la batería.

Se bajó del vehículo para acercarse a la oficina para desde allí llamar una grúa de asistencia cuando una grúa se paró justo en ese momento delante de él. El conductor, al ver que tenía problemas, se ofreció para ayudarle.

—¿Le puedo ayudar en algo? —preguntó el conductor de la grúa.

—Precisamente ahora iba a llamar para que me vinieran a remolcar el coche, que se averió.

—No hará falta, yo mismo efectuaré los trámites con su compañía. Abra el capó. Lo supuse, es el alternador que le falla. Ahora mismo están todos los talleres cerrados, cojo los datos y mañana por la mañana se lo llevaremos al taller que usted nos diga—

el policía le dio la dirección de su taller, agradeciéndole su ayuda— ¿quiere que le llame un taxi, para llevarle a su casa? —preguntó el gruista.

—Si fuera tan amable se lo agradecería, no llevo móvil encima.

—El taxi llegará en un par de minutos, tengo que seguir, no se preocupe que mañana recogeremos el coche.

La grúa se marchó y quedó a la espera del taxi, no tardó ni los dos minutos que le comentó el gruista.

—Buenas noches —comentó el taxista.

—Buenas noches.

—¿Dónde le llevo? —el policía dio su dirección.

—Calle Aiguafreda 25, en Horta.

Unos minutos después le llamó la atención al taxista.

—Me parece que se está desviando de la ruta.

—No se preocupe, el taxímetro está parado, es que hay cortes por accidente, de ahí que me tenga que desviar.

El olor del interior del coche no era normal.

Intentó bajar las ventanillas; misión imposible, estaban bloqueadas. No tenía fuerzas para nada, se estaba marchando de este mundo. Miró hacia el conductor, lo que vio le asustó todavía más: el chofer tenía una máscara antigás puesta y un cristal bloqueaba el acceso a él.

No pudo hacer nada, perdió el sentido. La vida se le marchó al inhalar un gas tóxico. Su cuerpo lo encontraron en la carretera de Montjuïc.

Han pasado muchos años de ese suceso y todavía no se encontró el asesino en serie de esas personas.

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