El ciclista solitario

2020-04-28T21:02:13+01:0028/04/2020|

Josep era un entusiasta de la bicicleta y siempre que podía la cogía bien temprano en sus días de fiesta y circulaba con ella 90 o 100 kilómetros. Eso le relajaba mucho.

Era domingo, 13 de abril de 2008, las 7:15h de la mañana. En un pueblo costero de Cataluña empezó su rutina de cada domingo. Solo tomaba café con leche en casa, pues solía almorzar al regresar en un bar de carretera donde hacían almuerzos potentes y energéticos.

La carretera le encantaba a pesar del peligro de que tenía con coches y camiones, muchos no eran responsables y lo ponían en peligro.

Aquel día quería coger una ruta nueva, una pequeña carretera de montaña cerca de la Costa Brava. Los paisajes eran impresionantes, solo el sonido de los pájaros y la naturaleza.

Cuando pasaron 20 minutos de su salida fue cuando sucedió. El brazo izquierdo le dolía y empezó a notar un fuerte dolor en el pecho, en unos instantes se derrumbó con la bicicleta. La pendiente le hizo rodar entre la maleza a él y a su bicicleta, no sabe cuanto tiempo pasó solo que se despertó y su bicicleta estaba encima de él. Las piernas las tenía rotas y tenía muchos golpes.

Empezó a arrastrarse por la ladera de la montaña, tenía que llegar al pequeño camino; era su única salvación.
Su mujer siempre le decía que se llevara el móvil por si sucedía cualquier cosa, pero él no le hacía caso. El sol se estaba escondiendo ya, llevaría muchas horas, seguro que su mujer había avisado a la policía y lo estarían buscando.

Pasadas unas horas avanzó muy pocos metros y ya era noche cerrada. Escuchó un ruido extraño, era como un gruñido. Eran jabalís que se acercaban a él. No sabía qué hacer y solo se le ocurrió hacerse el muerto. Los animales se le acercaron y estuvieron junto a su cuerpo, después de un rato se marcharon.

Calculó que serian ya las 3 o 4 de la mañana. Las fuerzas le flojeaban y el camino estaba muy lejos aun. Se durmió un rato y continuó arrastrándose y avanzando, empezó a escuchar ruido lejano de motos, pero él no gritó. Se escuchaban muy lejos y no podía malgastar sus fuerzas inútilmente. Sus pensamientos estaban con su mujer y su hija, ¿como estarían con su desaparición?

Las fuerzas le fallaban y no podía avanzar más. Empezó a llover, una lluvia muy fina, las motos cada vez se escuchaban más cerca y de vez en cuando lanzaba un grito. Josep no era creyente, pero en ese momento se puso a rezar, quería estar con su mujer y su hija. Empezó a llorar, las motos ya se escuchaban cerca y Josep gritaba con todas sus fuerzas mientras la lluvia le caía en la cara y todo el cuerpo se le estaba empapando.

Eran tres motoristas con motos de montaña muy ruidosas y a pesar de pasar por el sitio exacto donde se derrumbó Josep con su bicicleta, no escucharon sus los gritos y lamentos.

Las fuerzas llegaban a su fin y sus pensamientos eran para su mujer y su hija. Poco a poco fue cayendo en una profunda oscuridad y empezaba a ver el túnel negro con la luz al fondo.

La voz de su mujer le despertó. “¿Que te pasa Josep? Estás sudoroso y temblando”. “No, no me pasa nada amor, tenía una pesadilla y estaba pensando que hoy no saldré con la bicicleta, me quedare en casa con vosotras”.

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