A Ana le robaron la niñez

2020-08-11T22:18:48+01:0011/08/2020|

Hoy contaré la primera de la historia de Ana, una persona que le robaron su niñez, una persona que tranquilamente podría ser mala persona por todo lo que ha pasado, pero no, ella eligió el camino de transformar todo lo malo en bueno,

Ana tenía y tiene una mente privilegiada, y un autocontrol grandioso para sopesar el bien y el mal, no soporta la maldad gratuita y siempre que ha podido ha ayudado a mucha gente, sin condiciones.La madre de Ana era una persona inculta y sin corazón (cuando conozcáis la historia me daréis la razón). Ana solo quería el amor de una madre y lo único que consiguió fueron palizas, y cosas peores que conoceréis cuando cuente su historia, y todo y lo que le hizo su madre a Ana, está la perdono y no le guarda rencor.

Perdonar a su madre le dio a Ana serenidad y felicidad para el resto de su vida -que fue muy dura- y lo único que echó en falta es el amor y el cariño que solo puede dar una madre. Quizás por eso ella da todo el amor y cariño que puede a sus semejantes. Después de esta introducción empecemos con la historia de Ana.

En un pequeño pueblo de Extremadura nació una preciosa niña, al nacer peso 4 kilos y pico -fue una niña grande- le pusieron de nombre Ana. Era una preciosidad de niña con el pelo negro como el carbón, igual que sus ojos también negros, pero a pesar de todo no fue muy querida.
Ángeles era su tía y era 5 años mayor que ella, y le cogió la peor enfermedad que puede coger una persona: cogió celos.

Eran unos celos enfermizos, hasta el punto que un día mientras Ana descansaba en su camita, Ángeles le quito el pañal que tenía puesto y le tapo la cara intentando-la ahogar. Mientras esto sucedía, la abuela Antonia que estaba preparando el puchero, escucho el llanto agónico de Ana y fue corriendo justo a tiempo de librarla del triste final.

Cuando Ana cumplió 5 años tuvo un suceso bueno en su triste vida, la llegada de un hermanito, al que pusieron de nombre Carlos. Ana adoraba a su hermano Carlos, siempre lo llevaba cargado a sus espaldas a todas partes, era su caballito.

Siempre estaban juntos los dos, pues la madre de nombre Laura nunca se preocupaba de ellos y su padre Juan se pasaba el día trabajando en el campo, a casa solo venía para cenar y dormir.

Juan pasaba poco tiempo en casa, y a pesar del poco tiempo que pasaba, se acabó cansando de esa mujer, -una mujer egoísta y mala y sin corazón ni para Juan ni para sus hijos-. Fue tanto el cansancio de Juan que cogió unas pocas pertenencias que tenía, las metió en su maleta de cartón piedra y cogió el primer tren que paso, tren con destino a Barcelona.

Laura, la madre de Ana, llena de odio, rencor e ira cuando supo dónde estaba Juan arrastro a toda la familia detrás del marido. Pero él no quería saber nada de ella, y se tuvieron que marchar, rumbo a un pequeño pueblo de Gerona llamado Hostalrich. Allí era donde estaba el padre de Ana.

Al principio vivieron en una chabola de cañas hasta que les dieron una vivienda de protección oficial. Allí fue donde empezó el tormento de Ana, su tío Enrique hermano de su madre empezó a abusar de Ana y la amenazaba con matarla si contaba algo. Ana vivió ese horror en silencio y llorando todas las noches sin parar, hasta que agotada se quedaba dormida por el cansancio.

Al poco tiempo Enrique se marchó de la casa de la abuela de Ana. Se marchó por que encontró un trabajo de camarero en la costa. Para Ana fue un alivio y pensó que se habían terminado sus pesadillas; al poco tiempo se trasladaron a Sant Pol de Mar, un pequeño pueblo costero del Maresme.

Ana vivía allí con su abuela Antonia. Cuando llevaban poco tiempo en ese pueblo, apareció otra vez su tío Enrique y empezó otra vez el horror de las violaciones, conjuntamente con su madre el otro verdugo -a la cual no entendía por qué la maltrataba tanto y con su sola presencia despertaba una rabia asesina contra la niña-.

Un domingo mientras comían, Ana no se encontró bien. Por la mañana su madre le dio algo para beber, y mientras estaba en la mesa Ana se caía y no podía ni coger el tenedor para comer. La abuela Antonia (su ángel protector) viendo la situación le ordenó que la llevara al doctor,
en esa época el doctor del Sant Pol de Mar era, el doctor Galván, que visitaba en su casa a cualquier hora del día o de la noche para las urgencias.

Laura, la madre de Ana, de mala gana obligada por la abuela y llena de rabia y odio arrastró por los pelos a Ana camino de casa del médico. Mientras estaba arrastrada, ya que Ana no se tenía en pie, una buena señora que la vio arrastrando se horrorizó y la ayudo a llegar a la casa del doctor.

Ana no recuerda nada de lo que pasó ya que en casa del doctor entro en coma -lo sabe por qué se lo contó el doctor Galván un año después-.
El doctor le ordeno a la madre que llevara la niña inmediatamente a Gerona, que allí había un médico que podría salvar a la niña si llegaban pronto, si no moriría.

Como no fue posible localizar una ambulancia, el doctor Galván hizo venir un taxi -el único taxista del pueblo llamado Bermúdez-. Entraron al taxi y al llegar a la carretera nacional, Laura, la madre, le dijo al taxista que la llevara a Barcelona a lo que el taxista contesto: “Señora, el doctor ha dicho que llevara a la niña a Gerona que si no se moría y la llevo a Gerona, le guste o no”.

Ana llego a Gerona más muerta que viva. Al cabo de unos días despertó. Rápidamente vino un médico y se sentó a su lado, le cogió de la mano y le dio un beso en la frente y le pregunto si se acordaba de algo; por supuesto Ana no se acordaba de nada y con sus doce añitos preguntó: “Dónde está mi madre?”.

“Se marchó el día que te trajeron” dijo el doctor a Ana. Laura dijo al doctor el día que Ana llegó a Gerona: “No he comido en todo el día, y esta niña me ha dado el día, así que me voy a casa y si se muere que la entierren donde sea”.

El médico lloraba cuando le explicó esto a Ana, porque no entendía como una madre podía ser tan cruel, le dijeron que la niña moriría ese mismo día que le quedaban unas horas y Laura, su madre, se fue.

Continuará ………

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