A Ana le robaron la niñez (III)

2020-08-26T10:03:44+01:0026/08/2020|

Cuando despertó, Ana estaba en los brazos de su hermano, que solo lloraba y no paraba de decir:

-Me la ha matado, mi madre a matado a mi hermana.

Ana, con pocas fuerzas, le dijo:

-No, todavía no, estoy viva, pero me encuentro muy mal, llama a la abuela.

Ana sangraba de la cabeza, su madre se había marchado y los dejó solos a los dos hermanos, Ana sangrando y Carlos llorando, pues creía que su madre la había matado.

Los siguientes recuerdos de ANA son ya en casa de su abuela, que la curaba como podía,

Antonia, la abuela, preguntó:

-¿Dónde está tu madre?

Carlos contestó:

-Se ha marchado detrás de ese señor.

La abuela maldijo a la madre de los niños, y juraba que la mataría por todo lo que le hacía a la niña.

Pasados dos o tres días apareció Laura, la madre, por casa de la abuela.

Antonia se fue hacia ella, la cogió del cuello y le pegó un par de bofetadas y un golpe de puño, que la tiró de espaldas.

La cobarde Laura se levantó y empezó a gritar.

-¡Me mata, socorro que me mata!

Acudió una vecina y se la quitó de las manos a la abuela.

Los hermanos estaban en un rincón llorando y la abuela gritando.

-Eres lo peor que pude traer al mundo, eres una asesina de niños y no tienes perdón de dios.

Pasados unos días, Ana ya estaba mejor y feliz con su abuela, y cuando todo era paz y tranquilidad, apareció Laura reclamando con la Guardia Civil a sus hijos y no quedaba otra alternativa por la denuncia.

La abuela se cuadró delante de ella y le dijo:

-Atrévete a tocarla y te juro por tu padre que está muerto que te mato, te escondas donde te escondas.

Los hermanos, acompañados por la madre, se marcharon y por el camino Laura le decía a Ana:

-Cuando lleguemos a casa te vas a enterar por dejarme mal delante de Ismael.

Carlos lloraba y le decía:

-Mamá no pegues más a Ana.

Al llegar a casa, descargó Laura toda su rabia y odio acumulado contra Ana,

le dejó todo el cuerpo lleno de moratones, y para que no la vieran le prohibió salir a la calle.

Laura se marchaba cada día a ver a Ismael y cuando salía le prohibía comer lo que tenían en la despensa, que era un jamón y un queso que compró para las visitas de Ismael, solo para él.

Un día, Carlos tenía hambre y le pidió un poco de pan. Ana le dio pan, jamón y un poco de queso. Cuando llegó Laura y vio que cogieron jamón y queso se desató la marabunta y empezaron a caerle palos a diestro y siniestro. Solo repetía:

-¿Por qué has tocado la alacena?

Y continuaba pegándole, mientras Carlos repetía una y otra vez que era para él, que tenía hambre y Ana se lo había dado.

-Ella no ha comido nada en todo el día, era solo para mí.

Al día siguiente, cuando Laura se marchó, Ana cogió a Carlos y se marchó hacia Sant Pol donde vivía el hermano de Laura, Miguel.

Por el camino se hizo de noche, y por esa carreterita estrecha cada vez que se acercaba un coche se tenían que meter entre los matorrales con mucho miedo en el cuerpo por temor a que su madre los buscara. Llegó un momento en el que Carlos no podía más, estaba cansado y hambriento. Ana se decidió y paró un coche.

Se subieron al coche y el conductor, después de preguntarle donde iban, dijo que Ana se pusiera delante y Carlos detrás. Cuando llevaban unos minutos, el conductor puso la mano en la pierna de Ana, tocándola.

Ana se puso a gritar que parara el coche, y el hombre, diciendo que no era para tanto y que no había hecho nada, paró el coche y se bajaron. Ana cogió en brazos a Carlos medio adormecido hasta el desvío que lo llevaría a casa de su tío Miguel.

Carlos se despertó y campo a través fueron a la casa.

Cuando Miguel los vio se quedó horrorizado. Después de escuchar a la niña, su tío les dijo:

-Vais a quedaros aquí unos días hasta que te repongas.

Ana le suplicó que no la llevaran con su madre, que la mataría a palos, y los dos hermanos lloraban desconsolados, pero Miguel les explicó que hablaría con LAURA y no se atrevería a pegarle nunca más. Los llevó con ella, habló un rato para que no le pegase más y lo único que consiguió fue los gritos de ella diciendo:

-Si quiero la mato, porque es mía y hago lo que me dé la gana con ella.

Y continuaron las palizas diarias. Cuando venía Miguel a visitarlos, Laura la escondía bajo la cama.

Un día que no estaba la madre vio Miguel a la niña y se quedó aún más horrorizado, los cogió a los dos y se los llevó a casa de la abuela. Llegaron a la conclusión de que la madre estaba loca y que debían internarla en el manicomio de Sant Boi.

La llevaron a un médico, que la examinó, y hablaron con él, firmaron unos papeles y se los entregó al doctor. Ana se fue con su abuela y durante un tiempo volvió a ser feliz y a sonreír.

Pero pasados 6 o 7 meses volvió Laura.

Continuará…

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