Carolina, vida sensorial (II)

2021-02-08T15:05:46+01:0008/02/2021|

La historia de Carolina, publicada en la parte 1 sigue así:

Cuando acabé el colegio, mis padres me pusieron directamente a trabajar sin darme la oportunidad de seguir estudiando. Mi ilusión era ser pintora, y creo que hubiera sido buena porque tenía facilidad para ello, también me gustaba la decoración, y cantar y bailar. Todo el arte me gustaba, incluso en el colegio me dieron una beca para el dibujo.

Pero mis padres no estuvieron por la labor, algún familiar por parte paterna era cantante y se ofreció a pagarme los estudios de canto. La abuela paterna quería que estudiara baile, y se ofreció a pagar también estudios de baile; veían algo en mí, pero el caso es que mis padres dijeron que no y no pude realizar nada de nada.

Al final, mis padres me pusieron a trabajar nada más salir de la escuela. Yo, una niña obediente, les obedecí. Mis primeros trabajos estaban situados en la Rúe des Martyrs -en castellano calle de los Mártires-.

Imaginaros cómo sobrellevar mi vida normal con mi vida paranormal. Las personas que conocían mi “cosa especial” se acercaban para pedirme ayuda y consejos. También aprendí que los que ya no estaban con nosotros se manifestaban pidiéndome ayuda también. Estaba hecha un caos interno, empecé a ayudar a unos y otros y empecé a tener grandes satisfacciones.

En la relación a lo personal empecé a usar mis visiones y percepción. Cuando me contaban sus problemas o sufrimientos yo les ayudaba y los aconsejaba. Si veía algún muerto no les decía nada, era una responsabilidad dura para mí. Pero los que más me han pedido ayuda son los que ya no están entre nosotros, por la vida y sitios que he estado ha sido más fácil tratar con ellos. Os contaré algunas de mis vivencias.

Un primo mío tuvo un niño con leucemia. Instintivamente supe que tenía que ir a verlo. Cuando llegué ya lo habían operado y le habían trasplantado la medula ósea. El bebé se me quedó mirando y estiró sus bracitos hacia mí. Lo cogí y nos abrazamos; el bebé no se quería separar de mí. Sus padres y mis familiares se quedaron impactados, se estaba despidiendo de mí. A las tres de la madrugada me desperté y me levanté. Mire frente a mí: había venido a despedirse definitivamente.

Es difícil explicar cómo era su almita, era como una nubecilla blanca con un gran resplandor y mucha luz, difícil de explicar. A la mañana ya me avisaron de su fallecimiento. Cuando llegué a su casa me quedé en la entrada de su habitación mirando su cuerpecito (yo estaba embarazada de 9 meses).

Os puedo asegurar que dentro del dolor yo sé que solo queda el cuerpo humano. El alma, nuestra energía, sale del cuerpo. Sólo tengo que ayudar a pasar de nivel en medida de lo que pueda a quien me lo pida.

Trabajando en Cassis (Francia, cerca de Marsella) tuve mucho trabajo. Comencé a ser vigilante y a colaborar con las policías. Este lugar, por su situación energética y planetaria, influye emocionalmente en bastantes personas las cuales no saben controlar sus emociones. Por eso es un lugar de muchos suicidios. Tuve que ir a diario al cementerio a ayudar a los que me lo pedían. No me importaba, compaginaba mi trabajo, mi vida con lo demás. Luego me daban, a su manera, las gracias en forma de ser más preceptiva y a solucionar más casos; o sea, más trabajo. Otro ejemplo: un niño, compañero de mis hijos del cole, se encontraba bastante nervioso. Mis hijos me decían que estaba mal, empecé a preocuparme porque vi un fallecimiento. Una mañana se escapó, subió a las ruinas del castillo de Cassis y se tiró.

Cuando lo supe, me enfadé conmigo misma pues me hubiera gustado hablar con él antes. Con tanto trabajo hay veces que no llegas. A veces no puedes cambiar lo que tiene que ser, pero me quedé con intentarlo. Soy consciente que en según qué situaciones he podido cambiar el rumbo de la historia. Me fui corriendo al cementerio y a ponerme en frente de donde tenían que introducir su cajita y dejarlo preparado para que no se quedase en este mundo, sino que pasase de nivel. Corriendo fui a la iglesia, llegué por pelos -imaginaros como estaba el pueblo-.

Me puse al lado de la cajita, puse mis manos sobre ella y mandé mi energía para el niño y que pasará a otro plano, que no se quedará. Acto seguido entra un pajarillo, se posa sobre mí, se pone a cantar y me da las gracias. Salió volando. Lo seguí hasta el cementerio y allí me indicó que cuando introduzcan la cajita, él saldrá volando. Qué alegría para mí, mirando por haber conseguido que no se quedase y fuese hacia la luz.

Un día yo quise que alguien me consolara, me ayudara, pues yo también soy humana. Mis pesquisas me llevaron a visitar a un chico de color que cuando me vio y me comentó que yo no necesitaba que nadie me dijese mi camino. Me dijo que yo no necesitaba preguntar, que ya sabía.

De vuelta a París, uno de mis caminos me llevó a realizar un servicio de vigilancia en el rio Sena en Dijon, al sureste de París, con gendarmería local. Se trataba de evitar que las personas no se metieran en el río y, en caso de tormentas, evacuar. Como ejemplo: un día me puse muy nerviosa, tenía a mi cargo 5 compañeros. Les hice ver que había unos hombres haciendo fotos y mirando los pilares de los puentes. Algo me decía que estaban buscando algo o tenían intención de derribar el puente o puede que fuera una vía de escape; yo sabía que pasaría algo. A los pocos días mataron a un político francés.

Otro ejemplo: en un castillo del pueblo tuve que hacer varias guardias y ayudar a muchas almas que deambulaban. Tuve el privilegio de avisar a la gendarmería nacional que sospechaba de un posible atentado en el centro, acto seguido descubrieron un escondite de armas de ETA en las afueras de París.

Ayudé a muchas personas que sentían cosas extrañas. Un día vino mi hermano a verme a mi puesto de trabajo, en el centro. En cuanto lo vi supe que le quedaba poco, imaginad mi estado y sufrimiento. En las últimas horas de vida de mi hermano, que ya estaba con las dosis elevadas de morfina, se levantó y me llevó al pasillo de recepción. Me dijo: ¿estás preparada?, y yo asentí.

La doctora que lo vio se quedó parada diciéndome: ¿pero, cómo es posible que se levante?. Mi hermano se acostó, le cogí la mano y, se fue. Después de eso quedé en estado de agotamiento total. Necesité ayuda de otras personas para que me ayudaran a cargar energías. Las había perdido ayudando a tanta gente viva y de otro nivel -no me gusta llamarlos muertos-.

Hoy en día soy feliz y continúo ayudando a quien lo necesita. Este don que dios me dio es para ayudar a los demás. Ésta es mi historia. Resumida: VIVIR, VIVIR Y VIVIR que es a lo que venimos a la Tierra y si podemos dar un poco de felicidad a los demás es lo que tenemos que hacer: SER FELICES, OS QUIERO A TODOS.

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