Taxi eléctrico

2023-08-07T15:17:47+01:0007/08/2023|

Como cada día, Luis miraba hacia delante, la circulación como siempre era bastante lenta, siempre se formaban caravanas en hora punta.

Muchos años al volante le daban seguridad mientras conducía. Jamás tuvo un accidente a pesar de las muchas horas que pasaba en el taxi. Siempre escuchando las conversaciones de los ocupantes de su automóvil, a veces ponía música para no escuchar, pero era imposible no enterarse, la radio no podía ponerla muy alta para no molestar a los ocupantes.

Muchas escenas de amor, de calenturas momentáneas de las parejas que recogía, casi siempre al salir de las discotecas. Él, cómo siempre, se mantenía al margen. Una de las cosas que más le preocupaba es que no le mancharan la tapicería, tenía que seguir trabajando. Aquella noche sería diferente.

Dos hombres subieron a su taxi, dándole una dirección normal, era una plaza en las afueras de la ciudad, una de las menos concurridas siempre. Los hombres discutían en voz baja, aunque no lo suficiente para que él no escuchara diversos fragmentos de la disputa verbal. La parte que escuchó era sobre el sitio elegido para enterrar el cuerpo del hombre que acababan de matar.

Luis sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo acompañado de la aceleración de los latidos de su corazón. Por primera vez en su vida de taxista conducía muy automáticamente, sin prestar atención a la circulación, era demasiado grave lo que estaba escuchando. Intentando disimular, se esforzaba en conducir un poco más rápido para llegar al lugar de destino y una vez se bajarán decidir lo que tenía que hacer.

El ruido del roce de dos chapas resonó en metros de distancia; de todas maneras, nadie vio ni escuchó nada, la zona por la que pasaban en ese momento no era muy transitada ni de vehículos ni de peatones.

Los ocupantes se dieron cuenta en ese momento que el taxista lo había escuchado todo. Uno de ellos sacó una pistola del bolsillo de su chaqueta, apuntando hacia Luis; este sabía cuál sería su final si no actuaba rápido. Aceleró bruscamente mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad de su asiento, al mismo tiempo que abría su puerta, bloqueo las puertas traseras del auto, todo sucedió en segundos, el acelerón provocó que el que tenía el arma le cayera al suelo, fueron segundos mientras Luis podía escapar.

Seguido del golpe en la puerta al cerrar bruscamente el taxista, sonaron dos disparos, estos hicieron saltar los cristales hechos añicos.

Una vez fuera del coche solo corrió en diferentes direcciones para evitar los disparos de sus seguidores. No había nadie por la calle, parecía una ciudad fantasma en ese momento, nunca en sus años de conducir se paró a pensar en las pocas personas que circulaban por esas calles.

No podía pararse, tenía que llegar a una comisaria de policía para denunciar lo sucedido. Se escondía en cada rincón que encontraba, cada sombra se convirtió en una amenaza y cada ruido en un peligro.

Pasaba el tiempo muy lentamente, no podía avanzar demasiado rápido para no ser descubierto. Se dio cuenta Luis que solo tenía una opción, enfrentarse a sus perseguidores y poner fin a esa pesadilla.

Con valentía y astucia, planeó como desarmar a sus seguidores. El primero llegó a la esquina donde Luis estaba encerrado en un viejo portal, se aferró a un palo de madera encontrado cerca del lugar, justo cuando quería golpear al perseguidor, lo repensó y continuo en el rincón escondido, al mismo tiempo que escuchaba la conversación telefónica que mantenían los dos perseguidores (como echaba de menos su móvil que se quedó en el coche).

Segundos después, vio como los dos maleantes se paraban a hablar, mientras un policía se les acercó para hablar con ellos, en ese momento reflexionó en salir gritando para que el policía los detuviera, pero, al ver la familiaridad con la que hablaban los tres, se dio cuenta de que también estaba al tanto de lo sucedido. Tenía que desplazarse a la ciudad más cercana y allá poner la denuncia correspondiente.

Fueron varias horas de camino, no quería fiarse de nadie, después de lo visto con la policía.

Una vez llegó a la comisaria, pidió hablar con el jefe superior. A solas en su despacho pudo explicar todo lo sucedido, al día siguiente eran detenidos los dos perseguidores y no tardaron en dar con el nombre del policía que les dio cobertura. Días después, la prensa se hizo eco del asesinato de un hombre acaudalado, al parecer la causa fue el robo. Los autores estaban detenidos, ni una sola mención a la valentía de un taxista.

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