Noche de amor y muerte

2020-11-01T18:00:15+01:0001/11/2020|

Día 31 de octubre del año 1985.

Como cada año, en la víspera del día de Todos los Santos, Juan, Irene, Carlos y Enrique se disponían a realizar su reto. Este consistía en pasar la noche en un cementerio y este año eligieron el cementerio de Montachez, en Cáceres, un pequeño pueblo de unos 1800 habitantes con un gran cementerio.

Dos días antes viajaron hasta el pueblo a una distancia de más de 1000 kilómetros y se alojaron en la casa rural Alcaiz.

El día 31 lo dedicaron a visitar el pueblo. A las 21h cenaron y prepararon sus cosas para pasar la noche en el camposanto.

A las 22:30h emprendieron el camino hasta el cementerio, llevaban cada uno una pequeña linterna que normalmente no les aguantaba la noche. Estaban junto a la reja que estaba cerrada y el cementerio era impresionante, todas las tumbas rodeaban un castillo árabe y esa vista por la noche asustaba.

La norma del reto era pasar la noche en el interior de un cementerio por separado y hasta las 7h de la mañana del siguiente día no encontrarse. Encima de la verja encontraron en la entrada una inscripción, que se detuvieron a leer:

“Templo de la verdad es el que admiras. No desoigas la voz que te advierte que todo es ilusión, menos la muerte”.

Saltaron la verja y cada uno se dirigió a una dirección distinta.

Juan tenía 19 años, era estudiante y deportista. Este tipo de retos no le gustaban mucho, pero por pasar dos días junto a Irene no le importaba pasar un poco de miedo. Fue el primero que escuchó aquel grito que salía de una tumba, pero pensó que le estaban gastando alguna broma sus amigos.

Irene tenía 19 años y era amiga intima de Juan. Le producía mucho morbo hacer el amor con su chico en un cementerio, aunque no se podía según sus normas, cada año lo realizaban. Juan e Irene se encontraron en una de las calles del cementerio y empezaron a acariciarse mutuamente.

Carlos y Enrique son primos y vecinos, son los más atrevidos con estos retos que realizan en grupo y cada uno se dirigió a un punto del camposanto.

Juan e Irene seguían con sus caricias cuando de pronto volvió a escucharse el grito, un grito de agonía y lamento que salía de un nicho.

Se estaban acercando y no se dieron cuenta de la sombra que estaba detrás de ellos. Con sus linternas iluminaron el interior del nicho y vieron el cartel que decía: “te estamos esperando“. Se miraron y se asustaron mucho. Y más cuando el grito de Carlos rompió la noche mientras caía desde la parte alta del castillo. El silencio volvió después del impacto del cuerpo contra el tejado de un grupo de nichos.

La pareja estaba temblando y fueron a la búsqueda de Enrique. No lo encontraban, todo era silencio y una sombra les seguía por todas partes.

Enrique, después de la caída de su amigo, salió del cementerio y se dirigió hacia el pueblo. Pero no pudo llegar, algo le detuvo junto a un árbol.

Juan e Irene no pudieron hacer nada, un golpe mortal recibieron en la cabeza, cayendo junto a la tumba los dos.

Esto es lo que encontraron los vecinos del pueblo al día siguiente cuando fueron a visitar a sus difuntos: un joven ahorcado cerca del cementerio, otro fallecido en el tejado de unas tumbas y una pareja muerta junto a la tumba de dos novios que fueron encontrados hace tiempo junto a la valla del cementerio, que fueron asesinados cuando estaban besándose junto a la tapia y nunca se supo que es lo que pasó.

Desde ese día, cada 31 de octubre la policía hace ronda dentro del camposanto para que ninguna pareja se acerque al interior, porque según estas historias, cualquier pareja que more esa noche en el interior no sobrevivirá.

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