Infieles

2021-11-08T11:59:55+01:0008/11/2021|

La mesa estaba preparada, serán once personas a cenar, cinco parejas e Irene, la anfitriona. Carmen y José llevaban cuatro años de casados; Loli y Juan, ocho años; Rosa y Ernesto, seis; Maria y Pedro los que más, 15 años; y Gloria y Ricardo solo un año.

Ninguno sabía el motivo de la invitación, pero todos aceptaron por ser muy amigos de Irene y de su anterior pareja, Jacinto.

Todos preguntaban al llegar a que se debía la invitación, porque no era ningún día especial.

—Ya os enteraréis al final de la cena —contestaba Irene con una sonrisa.

Irene llevaba tres meses separada de su marido. Ella no quiso nunca explicar las causas, todos creían que esta noche lo explicaría (posiblemente sea de esa manera, no obstante, la noche será muy entretenida).

Empezaron por un exquisito pica pica compuesto de diversos platos, todo muy rico según los comensales.

Irene personalmente se encargó de servir a cada comensal el segundo plato, muslos de pato confitados con verduras. No quiso que nadie la ayudara, era la anfitriona y quería ser responsable del trato a sus invitados.

Varias veces preguntaron las chicas el porqué de la exquisita cena, ella solo sonreía y respondía.

—A su debido tiempo lo sabréis.

El secreto tenía inquietos a los comensales, nunca antes habían tenido una cena de este tipo y lo más extraño era el poco tiempo que hacía de su separación, únicamente tres meses.

El postre fue tiramisú para todos, todos alabaron el punto tan espectacular de este postre. Brindaron por la anfitriona, ella solamente sonreía.

Cuando acabó la cena, Irene se levantó y empezó un pequeño discurso que tenía preparado.

—Como todos sabéis, llevo tres meses separada y la noticia que quería daros es que estoy embarazada.

Las chicas se levantaron para felicitarla, ella levantó la mano y continuó con su discurso.

—Sentaos que todavía no he acabado. La criatura que espero no es de mi exmarido Jacinto.

Las chicas sonreían pensando que Irene tenía una nueva pareja.

—No, no tengo nueva pareja, el padre de la criatura es uno de los aquí presentes —

todas las mujeres miraron a sus respectivas parejas, ellos movían la cabeza negativamente.

—Y como supongo que él lo negará, me tomé la molestia de poner en su plato un tipo de veneno que hará efecto en menos de tres horas —sorprendió Irene. Alguno de ellos intentó levantarse para marcharse del lugar.

—No, no podréis salir, la puerta está bloqueada y como sabéis es blindada. Desde el balcón tampoco podéis intentar nada, imposible pasarse a otro piso, nadie se moverá hasta pasadas tres horas. Una última cosa, esto que veis —dijo enseñando un pequeño frasco— es el antídoto para neutralizar el veneno, solo lo daré cuando el padre de la futura criatura hable. Espero al afortunado en la cocina para darle el antídoto, de lo contrario, morirá.

Irene se confinó en la cocina. Cada pareja se fue a distintos rincones de la casa. Carmen y José estaban en una habitación, ella miraba a su marido y lo contemplaba sudar, eso la alteró un poco.

—¿Eres tú? —preguntó Carmen. José se puso a llorar.

—Únicamente estuve una vez con ella, después de la separación ella se insinuó y no pude resistirme, lo siento mucho, perdóname.

—¿Cómo quieres que crea que únicamente ha sido una vez? Eres un monstruo, te odio —le gritaba Carmen.

Los dos fueron a la cocina para que Irene le diera el frasquito que le salvaría.

—Siento defraudarte José, pero tú no eres. Lo tuyo fue un desliz, pero no fuiste tu el causante de mi embarazo—sorprendió Irene a los dos.

Se marcharon a la habitación otra vez para continuar con la discusión.

En otra de las habitaciones, Loli y Juan también hablaban. En un momento de la charla, Juan salió corriendo al lavabo a vomitar. Cuando acabo salió llorando y confesando.

—De los ocho años que llevamos casados, hace cuatro que estoy con ella —dijo mientras seguía vertiendo lágrimas.

—Eres un maldito hijo de p…—soltó secamente Loli.

Solo Juan fue a la cocina a recoger la pócima.

—No Juan, tú no eres el padre, tú eres estéril, puedes hacerte las pruebas y lo comprobarás.

Juan se fue a la habitación para manifestárselo a Loli, que seguía llorando amargamente.

Rosa y Ernesto ya hacía un tiempo que no estaban bien del todo y Rosa lo tenía claro: el causante era Ernesto.

—Si, me acuesto con ella, ya que tú no me das ni cariño ni sexo, ella me da lo que necesito en ese sentido —replicó Ernesto sin dejar que hablara ella.

Ernesto fue a la cocina, se acercó a Irene para abrazarla y ella lo rechazó.

—No Ernesto, lo nuestro fue únicamente deseo, y tú tampoco eres el padre, te lo aseguro —Ernesto se fue junto a Rosa y se sentó en una butaca sin expresar ni una palabra.

María y Pedro son una pareja liberal, sabían con quién se acostaba cada uno, solo un reproche de ella a él.

—¿Por qué no te pusiste protección? —preguntó ella.

—Siempre me la puse, únicamente una vez no lo hice, pero me fui fuera, te lo aseguro.

Fueron los dos a la cocina y le pidieron el frasco, su respuesta les sorprendió:

—No Pedro, tú no eres el padre, siempre lo hacíamos con protección, y la única vez que no nos la pusimos no ocurrió, te lo aseguro, ya estaba embarazada.

Los dos se marcharon y no entendían nada.

La última pareja, Gloria y Ricardo, que únicamente llevaban un año, también fueron a la cocina. Él había confesado que en una borrachera cayó en sus redes y no pudo evitarlo.

—No Ricardo, tú no eres el padre, estabas demasiado borracho y ni siquiera llegaste al final —contestó Irene.

Irene se puso en el centro del salón, los llamó a todos, les pidió tranquilidad y un poco de silencio.

—No, no estoy embarazada, solo era una motivación para que confesarais vuestras infidelidades. La verdad es que mi exmarido era bisexual y tenía sida. Todos los hombres aquí presentes se fueron a la cama conmigo. Yo también cogí el sida, por lo tanto, todos y cada uno de vosotros tenéis muchas posibilidades de ser seropositivos. A vosotras os digo que no le echéis la culpa a vuestras parejas por ser infieles, ya que vosotras también os acostasteis con mi exmarido Jacinto, y si él no está aquí es porque no quería desenmascararos. De esta manera las posibilidades de que estéis contagiadas son muchas, os pido que os hagáis análisis y no busquéis un culpable, las cosas son de esta manera y no las podemos cambiar, la puerta está abierta y podéis marcharos.

Todos fueron saliendo por la puerta con la cabeza baja y avergonzados de su actuación.

Comparteix el contingut!

Go to Top